En 1910, México aparentemente presentaba un panorama optimista. Se celebraban los festejos del centenario de la Independencia. Porfirio Díaz era condecorado y homenajeado como el Caudillo de la Paz, por conducir al país durante más de treinta años, por el camino del progreso, de la tranquilidad y sin el deseo alguno de dejar el poder.
Pero detrás de todo esto existían grandes injusticias sociales y grandes problemas que afectaban a una gran masa de mexicanos. Las cárceles se encontraban abarrotadas de presos políticos que se revelaban contra el sistema porfiriano.
México era un país agrario atrasado, sin industria, con malas comunicaciones, un comercio pobre, y un subsuelo desconocido e inexplotado. Tierras fértiles, grades extensiones sin explotar, bosques vírgenes, riquezas minerales, pero sobre todo, mano de obra baratísima. Esto convertía a México en un país económicamente importante para los inversionistas extranjeros.
Los grandes capitalistas celebraban el éxito económico de sus empresas y negocios. Banqueros, terratenientes, comerciantes, industriales y los grandes hacendados aprovecharon las nuevas leyes de terrenos baldíos y por medio de las compañías deslindadoras despojaron a los rancheros, a quienes el gobierno nunca tituló sus tierras y que el sistema judicial porfirista nunca efectuó defensa legal contra estos abusos.
México seguía bajo el control de Porfirio Díaz y aunque su política económica favoreció el progreso comercial y la producción mexicana, los beneficios se repartían entre los miembros de una oligarquía excluyente. El capital extranjero se había apoderado de los ferrocarriles, el comercio, la industria, la energía eléctrica, la industria textil, los bosques, la minería, el petróleo, los bancos, y otras actividades económicas.
México tenía 13.5 millones de habitantes, pero 11 millones vivan en la extrema pobreza trabajando como peones en las haciendas, principalmente los indígenas que trabajaban como miserables sirvientes del campo, enajenados para toda la vida, porque el amo les regulaba el salario, les vendía el alimento y vestido al precio que deseaba, pues la tienda de raya desempeñaba un papel importante, allí se le vendía al peón y a su familia el maíz, el frijol, el aguardiente y otras mercancías a precios más altos que los del mercado y de mala calidad. Todo esto configuraba una sociedad tipo feudal, los dueños de las haciendas vivían como auténticos señores feudales y algunos con el derecho de pernada. Además, Porfirio Díaz permitió a la iglesia católica, recuperar gran parte de los bienes perdidos con Benito Juárez, tomando nuevamente posesión de la educación.
Después de promulgarse la Ley de Desamortización el 25 de junio de 1856, la Constitución de 1857, y la Ley de Nacionalización de los Bienes de “manos muertas” el 12 de julio de 1859, se pretendía que al desamortizar las propiedades se crearía la pequeña propiedad y se estimularía el desarrollo agrícola e industrial de la república. Por desgracia no fue así, sino que se fortaleció el latifundismo y una mayor concentración de la propiedad territorial. En 1875 se expidió la Ley de Colonización, ampliada y favorecida en 1883 por Porfirio Díaz, que pensaba que nada sería mejor para el progreso de la agricultura, que traer colonos extranjeros para trabajar la tierra, con nuevos y más adelantados métodos de cultivo, mejorando las tierras, propiedad de los indígenas de temporal, empobrecidas por un mismo cultivo durante siglos y sujetas a la irregularidad de las lluvias y heladas tempranas o tardías. Como resultado de las leyes de colonización se organizaron las compañías deslindadoras, cuya función era deslindar las tierras baldías y traer colonos extranjeros para trabajarlas y como compensación por su trabajo se les adjudicaba la tercera parte de las tierras deslindadas. De 1881 a 1889 las compañías deslindaron 32.2 millones de has, de la cuales se adjudicaron sin pago alguno 12.7 millones de has., pero además se les vendieron a precios bajísimos otras 14.8 millones de has. “Más del 13 por ciento de la superficie total de México”.
Las compañías deslindadoras estaban formadas únicamente por 29 personas acaudaladas y de altas esferas oficiales. De 1890 a 1906 deslindaron otras 16.8 millones de has. quedándose los socios con la mayor parte de las tierras. Uno de los socios adquirió en Chihuahua 7 millones de hectáreas y muchas más en otros estados hasta completar 22.5 millones de hectáreas en poder de 8 individuos, hecho sin precedente en la historia de la propiedad territorial del mundo. En total 49 millones de hectáreas, la cuarta parte de todo el territorio mexicano. Se ha calculado que el 97 por ciento de México era propiedad de 830 latifundistas, que no eran ni el uno por ciento del total de la población. Uno de ellos fue Luis Terrazas, el propietario individual de más tierras en cualquier país en todos los tiempos. Por eso cuentan que cuando alguien preguntaba que si Terrazas era de Chihuahua, la respuesta era: -No, Chihuahua es de Terrazas.
No existía ninguna legislación que protegiera al proletariado. Las huelgas estaban prohibidas y se castigaba a quienes pedían alza de salario o reducción de la jornada de trabajo. El código penal del D.F. castigaba con ocho días y hasta 3 meses de arresto y multa de hasta 500 pesos a quienes pretendieran el alza de los salarios. En el sur del país, en las plantaciones de caucho, café, caña, plátano, los trabajadores eran prácticamente esclavos.
Los ferrocarrileros se cuentan entre los primeros que organizaron agrupaciones de resistencia. La Gran Liga Mexicana de Empleados de Ferrocarril pedía que los ferrocarriles fueran manejados por mexicanos, pues los puestos de dirección, los de segunda, tercera y cuarta categoría, así como los superintendentes; jefes de trenes; despachadores; conductores; maquinistas; telegrafistas y jefes de estación eran ocupados por norteamericanos. Un periódico de aquella época escribió en tono de festivo la preferencia por los americanos. - ¿Tú eres americano?, -Si señor. -Pase Ud. y siéntese, - ¿Que son las ruedas?, -Unas cosas redondas. - ¿Dónde va la lumbre?, -En el fogón. - ¿Para donde caminan las ruedas?, -Para adelante. -Es bastante, muy bien, usted puede ser maquinista.
Y desprecio para los mexicanos. - ¿Qué es usted?, -mexicano. -Oh, tu molestar mucho todo el tiempo. - ¿Sabes tú inglés?, -No señor. - ¿Qué cantidad de combustible consume una locomotora, corriendo a doce leguas por hora y subiendo una pendiente de 3 por ciento, con una presión de 100 libras? - ¿Cuál sería el número de calorías desarrolladas?, - ¿Cuál es el consumo de agua y aceite?, - ¿Cuál es la fricción sobre los rieles?, - ¿Cuál es el trabajo de los émbolos y el número de vueltas de las ruedas?, - ¿Cuál es la cantidad de vapor que se consume en una subida de 4 por ciento y dos leguas de longitud?... -No se señor, porque me pregunta muchas cosas y de una vez. -Ah, tu, mexicano, no saber nada. Tú necesitar muchas patadas, tú no servir para maquinista, tú servir solo para garrotero en un tren de carga. Tú no ascender por no contestar.
Estas cosas y muchas más comenzaron a perturbar la paz porfiriana. El mestizo y el indígena esperaron silenciosos la hora del desquite y llegando el momento preciso, rifle en mano se arrojarían a la lucha reivindicadora.
Con estos antecedentes creció la inconformidad y el resentimiento hacia el gobierno de Porfirio Díaz, quien cada cuatro años se reelegía y a sangre y fuego ahogaba cualquier manifestación de inconformidad o exigencia de democracia. Los levantamientos y sublevaciones fueron controlados con cárcel o fusilamientos. Los yaquis y los mayas casi desaparecieron y muchos fueron enviados como esclavos a las plantaciones del sureste de México.
Las principales causas de la rebelión en contra de la dictadura de Porfirio Díaz fueron entre otras; una riqueza acumulada en la clase alta y miseria extrema en la mayoría, el latifundismo, proteccionismo y dominio de capitales extranjeros, autoritarismo, falta de libertades políticas y de libertad de expresión, caciquismo, prisiones arbitrarias, la ley fuga, explotación en las tiendas de raya, injustas condiciones de trabajo con jornadas de 14 a 16 horas, salarios miserables y pésimas condiciones de vida.
Todas estas y otras causas de descontento fueron determinantes. Las leyes no se ejecutaban con igualdad, sino que su aplicación se había venido dejando al prudente arbitrio del Presidente de la República, de los gobernadores de los Estados, la policía rural, un ejército entrenado por franceses y alemanes y aun de las pequeñas autoridades locales. No había libertad política, ni libertad de pensamiento y no se ocuparon de tomar en cuenta a la masa trabajadora, solo se ocuparan de los ricos nacionales y extranjeros. Había progreso económico, pero no desarrollo económico. Desde que el general Díaz reasumió la Presidencia en 1884, los principios de libertad y de igualdad conquistados en 1857 no habían sido puestos en vigor, porque se suponía que lo más conveniente era dejar al criterio de Porfirio Díaz el decidir hasta dónde podían cumplirse las leyes y en qué casos aconsejaba la prudencia, una tiranía convencional. Los periódicos, órganos judiciales y sistema educativo, la cámara de diputados estaban controlados.
En estas condiciones de inconformidad social, se fueron gestando los primeros movimientos pre-revolucionarios en Tomóchic durante 1891-1892, en Temósachic y Santo Tomás en 1893 y en otros lugares del estado de Chihuahua.
Las clases proletarias empezaron a resentir las consecuencias de la persistencia del sistema personalista, protestaron por primera vez, y ya para la segunda reelección de Díaz en 1892, se dieron cuenta de que la mencionada política era innecesaria e inconveniente. Las primeras muestras políticas de descontento hacia la dictadura de Porfirio Díaz se iniciaron en 1899 en S.L.P.
El ing. Camilo Arriaga fundó el Circulo Liberal Ponciano Arriaga, con jóvenes y políticos de tradición liberal, proponiendo el cumplimiento de la constitución de 1857.
El 5 de febrero de 1901 los liberales convocaron a un congreso en San Luis Potosí, para fundar el Partido Liberal Mexicano, quedando al frente los hermanos Ricardo, Enrique y Jesús Flores Magón, que habían leído a los anarquistas rusos Bakunin y Prokoptkin. El arma principal de este partido fue el periódico “Regeneración” a través del cual se daban a conocer las ideas “anarquistas”. Los Flores Magón fueron encarcelados y el periódico clausurado. Durante 1902 y 1903 se llevaron a cabo múltiples protestas contra la reelección de Díaz, que fueron violentamente reprimidas. Una de las acciones más destacadas fue la pancarta con la leyenda "La Constitución ha muerto..." en las oficinas del periódico El hijo de El Ahuizote. Esta publicación fue clausurada más de diez veces, multados y encarcelados sus dirigentes varias veces.
En 1903, en la ciudad de México, se reorganiza el Circulo Liberal, con un grupo de liberales, entre los que se encontraban sus principales representantes los hermanos Flores Magón, doctores, maestros, ingenieros e intelectuales. Comprendieron que Díaz no dejaría la presidencia a través de una derrota electoral, y que sólo por la fuerza de las armas podría caer. Por esta razón, cuando los liberales salen de la cárcel en 1904, y se exilian en los Estados Unidos, comenzaron a organizar en 1905 el Manifiesto del Partido Liberal Mexicano (PLM) publicado en San Luis Missouri el 1º de julio de 1906, firmado por Ricardo Flores Magón, Juan Sarabia, Antonio I. Villarreal, Enrique Flores Magón, Liberado Rivera, Manuel Sarabia y Rosalío Bustamante, que fueron desterrados a los Estados Unidos. Se puede afirmar que fueron los Magonistas los que allanaron el camino para que Francisco I. Madero llegara al poder. En 1906 comienzan a organizarse las primeras insurrecciones promovidas por el PLM contra la dictadura de Porfirio Díaz.
El PLM programó un levantamiento armado para el 16 de septiembre de ese año, en el aniversario de la Independencia de México, sin embargo la sublevación fue descubierta. A pesar de que el levantamiento armado general fue postergado, en ese año acontecieron sucesos que después fueron considerados precursores del levantamiento de 1910.
En Chihuahua aumentó el número de hombres dispuestos a tomar las armas. El movimiento magonista por conducto de Praxedis G. Guerrero, encontró en Chihuahua un eco en dirigentes revolucionarios como, José Inés Salazar, Silvestre Quevedo, Cástulo Herrera, Juan Dozal, José de la luz Blanco, Marcelo Caraveo. Posteriormente se levantaron Abraham González, Máximo Castillo, Toribio Ortega, Pascual Orozco y Francisco Villa entre muchos otros. Chihuahua fue el escenario en donde desarrollaron una parte importante de los movimientos revolucionarios que contribuyeron a la formación de México. Los miembros del Partido Liberal Mexicano aumentaron sus actividades públicas y clandestinas, formaron sociedades secretas para preparar e incitar la lucha armada. Las ideas de este partido inspiraron varios rebeliones, tales como el estallido de la Mina de Cananea, Sonora en 1906; el asalto a la Aduana de Nogales, así como los actos de rebeldía que aparecieron también en 1906, en Jiménez, Coahuila; la Acayucan, Minatitlán, Puerto México y Chinameca en Veracruz y de levantamientos armados en varios sitios de Coahuila y en Chihuahua. El ataque a la aduana de Palomas por parte de Paxedis G. Guerrero, José Inés Salazar y Francisco Manrique, quien muere en el ataque.
A través del periódico Regeneración los liberales organizaron clubes, entre estos el “Club Liberal de Cananea” organizado por los mineros de Cananea, que con los emotivos artículos de Ricardo Flores Magón y la prédica socialista de Lázaro Gutiérrez de Lara, líder de muchos trabajadores de las minas de Arizona y Nuevo México. Se originó la idea de preparar y organizar la huelga contra la The Cananea Consolidated Copper Company tanto por los bajos salarios como por los malos tratos. El 1 de junio de 1906 estalló la huelga, con la consiguiente represión al manifestarse tres mil trabajadores de la empresa minera, los hermanos Metcalf arrojaron agua con una manguera sobre los manifestantes, que respondieron con una lluvia de piedras y en contra respuesta un disparo mató instantáneamente a un obrero. Los dos hermanos Metcalf y diez trabajadores mexicanos murieron en el primer encuentro. El gobernador del estado Rafael Izabal llegó con cien hombres, más las autoridades locales, los empleados y guardias de la compañía y 275 soldados norteamericanos al mando de un coronel Rining, que cruzaron la frontera a petición del mandatario sonorense. La lucha comenzó, pero a los obreros pronto se les agotó el parque y quedaron indefensos. Perdieron los obreros. El resultado fue un saldo de 23 muertos, 22 heridos, decenas de personas detenidas y cientos desplazadas. Manuel M. Diéguez, Esteban B. Calderón y José María Ibarra fueron sentenciados a 15 años de prisión en las mazmorras de san Juan de Ulúa, la espantosa e inhumana cárcel donde el porfirismo arrojaba a sus víctimas. (Me los matas en caliente “la ley fuga”, me los matas en frio “San juan de Ulúa”, decían)
Los mineros de Cananea fueron los primeros que lucharon por conquistar la jornada de ocho horas y un salario mínimo suficiente para satisfacer, dentro de los marcos humanos las necesidades del trabajador y su familia, fueron los primeros mártires, también precursores de la revolución social que había de transformar la fisionomía de la nación. “Causa que tiene mártires, es causa que triunfa”.
A mediados de 1906 se organizó en Rio Blanco, Veracruz otro suceso sangriento y de más serias consecuencias. Se organizó el Gran Circulo de Obreros Libres. El 7 de enero de 1907, los obreros se presentaron frente a la puerta para impedir que alguno entrara. Los dependientes de la tienda de raya se hicieron de palabra con los obreros, afloraron las injurias y sonó un tiro. Un obrero cayó muerto. Uno de los dependientes había disparado su pistola. Los obreros se arrojaron sobre la tienda y la incendiaron para después marchar hacia Orizaba. Una fracción del 12 regimiento se había posesionado en una curva y al aparecer los obreros los soldados dispararon sus armas. El saldo, 200 víctimas entre muertos y heridos. La persecución fue encarnizada, innecesaria y brutal. A la mañana siguiente frente a la tienda de raya de Rio Blanco, fueron fusilados los dirigentes Rafael Moreno y Manuel Juárez, a los dirigentes menores se les deportó al insalubre territorio de Quintana Roo, condenándolos a trabajos forzados. El periódico subvencionado por la dictadura comentando los sangrientos hechos y elogiando a Díaz público un editorial que se titulaba “Así se gobierna”.
Las ideas de reforma y cambio político encontraron un fuerte impulso a consecuencia de la entrevista Díaz-Creelman, en marzo de 1908, donde hace saber al periodista norteamericano que México se encontraba preparado para la democracia sin peligro de revoluciones armadas; además, él prometía retirarse a la vida privada una vez que concluyese su período de gobierno en 1910. Al conjuro de la entrevista los ciudadanos comienzan a organizarse en el terreno político oposicionista. Después de que Díaz anunciara la posibilidad de un cambio político surgió el Partido Nacional Anti reeleccionista.
En mayo de 1909 estaba funcionando ya el centro Anti reeleccionista, en cuyas filas se hallaban personas que poco más tarde iban a tener una importante actuación política, tales como: Emilio Vázquez Gómez, José Vasconcelos, Luis Cabrera y Francisco I. Madero.
Francisco I. Madero, ya se había hecho célebre para entonces, debido a la publicación su libro titulado “La Sucesión Presidencial en 1910”, en el que hizo un estudio de la situación política mexicana, con cierto criterio revolucionario. Madero era un rico terrateniente de 35 años educado en Estados Unidos y Francia, miembro de la familia más poderosa de San Pedro de Las Colonias, Coah.
Los convencionistas partidarios de la sexta reelección ofrecieron las candidaturas a Díaz y Ramón Corral para presidente y vicepresidente. Bernardo Reyes pensaba oponerse a Don Porfirio, pero fue convencido por el dictador de enviarlo a Europa.
En abril de 1910 se efectuó la convención nacional independiente del partido Nacional Anti reeleccionista para enfrentar la plantilla Díaz-Corral. Para dar impulso y vigor al partido y a la Convención, Francisco I. Madero realizó una gira por algunos Estados de la Nación, Los convencionistas aprueban la formula Francisco I. Madero-Francisco Vázquez Gómez. Los convencionistas elaboraron un programa que iba a servir como bandera de lucha, y en la cual los principios de “no reelección” del Presidente y de los Gobernadores, y de “Sufragio efectivo”, eran esenciales.
Francisco I. Madero inició su gira política por la República, despertando un gran entusiasmo a favor de sus planteamientos de oposición al régimen de Porfirio Díaz, El gobierno se alarmó a la vista de tal situación y aprehendió a Madero, acusándolo de delitos de ultrajes a la autoridad y de intento de rebeldía en Monterrey, conduciéndolo en Junio de 1910 a San Luis Potosí. Su defensa logró que saliera libre bajo caución, con la condición de que no abandonara la ciudad. En este ambiente tenso tuvieron lugar las elecciones a mediados de 1910, en las que se presentaron múltiples irregularidades y resultaron electos Porfirio Díaz y Ramón Corral, que ocuparían los cargos de presidente y vicepresidente respectivamente para el periodo 1910-1914.
Al darse cuenta de que una solución pacífica era imposible, Francisco I. Madero, dispuesto a iniciar un levantamiento armado, se fugó de San Luis Potosí hacia San Antonio, Texas, donde proclamó el Plan de San Luis, de 5 de Octubre de 1910, donde declara nulas las elecciones, desconoce a Díaz y señala el 20 de Noviembre para dar inicio a la lucha armada. Anticipadamente se dio el levantamiento por parte de Toribio Ortega y un grupo de 60 caudillos en Cuchillo Parado, Chihuahua el día 14.
El 20 de noviembre, según lo planeado, Madero cruzó la frontera entre Estados Unidos y México por Ciudad Porfirio Díaz (hoy Piedras Negras, Coah.) donde pensaba iniciar el movimiento revolucionario, establecer y presidir el gobierno provisional de la república. Llegó a rancho El Indio. Entre todos los hombres armados no sumaban cuarenta y cinco, pero Madero como siempre, estaba confiado. Tenía la certeza que su tío Catarino Benavides estaría con trescientos hombres más, pero está prácticamente solo en la margen del Rio Bravo. Los hombres nunca llegaron. ¿Dónde está Benavides? ¿Dónde la revolución?
No tuvo éxito y le fue preciso regresar a territorio norteamericano. Solo continuaran a su lado Federico y Roque González Garza y regresan a San Antonio Texas. Madero sintió seguramente el desengaño por el fracaso de Cd. Porfirio Díaz; su tierra, su estado natal.
¿Dónde estaba la revolución? Estaba en las llanuras y montañas de Chihuahua, y esto se debió sin duda a la obra incansable y persuasiva de Don Abraham González. Pascual Orozco por un lado y Francisco Villa por el otro. Pero también José de la Luz Soto, José de la Luz Blanco, Guillermo Baca, Maclovio Herrera y tantos más. Más tarde Zapata en el sur.
Así, con el 20 de noviembre, llegaba para aquella gente, la hora y el día del levantamiento; la hora y el día del desquite, la hora y el día del progreso del pueblo rural. LA REVOLUCION MEXICANA DE 1910.