Opinión

Una civilización que es barbarie

  • Por Juan Durán Arrieta
Una civilización que es barbarie

Hace ya varios años, durante mis estudios de doctorado, me acerqué a ideas que transformaron profundamente mi forma de pensar. 

En períodos como los que vivimos donde nos parece natural estar viviendo dos guerras que pueden prolongarse y expandirse a todo el planeta, me queda claro que esta civilización, la que tiene como referente las supuestas mejores ideas que emanan de Europa, esconde y tiene dentro de sí verdaderos huevos de la serpiente que la muestran como una forma sofisticada de vivir la barbarie.

Creemos que Platón o Aristóteles, o Kant o Hegel, incluso Descartes y Carlos Marx, nos legaron las mejores ideas que se hayan escrito sobre cómo hacer humanismo. 

Que de esta civilización, con esos padres del estado moderno, sigan ocurriendo atrocidades como la guerra, indica que esas ideas no nos han vacunado contra una barbarie de esa magnitud.

Se desangra Gaza luego de que Hamas desangró a ciudadanos israelíes. La violencia, venga de donde venga, no será bienvenida nunca. Pone en juego las condiciones a través de las cuales los seres humanos sucumbimos ante el mal de la guerra, de la confrontación y de la imposición de una visión por otra.

He leído que las atrocidades que los israelíes se proponen perpetrar contra Hamas como organización terrorista pasando por los civiles de Gaza, es una edición de lo que ellos vivieron como víctimas de los nazis. Es decir, de alguna forma, los judíos hacen a los árabes de Gaza lo que los fascistas nazis les hicieron a ellos como judíos. 

Esta semana recibí un vídeo de Benjamin Nethanyahu primer ministro de Israel anunciando la absoluta destrucción de Gaza, prácticamente su desaparición. Hasta parece el anuncio de “la solución final” que sobre ellos perpetró el nazismo en Auschwitz y otros campos de concentración donde los confinaban para aguarda la muerte que inexorablemente les llegó a muchos.

Se trataba de un video que me hizo llegar el querido colega Ramón Manuel Pérez, profesor investigador de la Universidad de San Luis Potosí, quien reflexionaba acerca del fascismo del primer ministro israelí. Una contradicción el anuncio viniendo de un judío cuyos ancestros fueron presa de una barbarie similar.

Al maestro investigador le contesté que había que separar a los judíos que consideran que su condición es seguir habitando la diáspora, es decir, la dispersión por todo el mundo y que sea la palabra lo que los una, es decir, la Torah como su libro sagrado, no un territorio.

La palabra, según muchos de estos judíos, es la palabra de Dios que se encuentra en la Torah, que no es más que el libro al nivel de la Biblia en el mundo cristiano.

No obstante, le comenté, hay otros judíos que consideran que es necesario el regreso a la tierra prometida, a Sion, es decir, a la zona donde ahora se encuentra asentado Israel.

La segunda guerra mundial, los tratados y acuerdos emanados de ella, concluyeron la necesidad de que Israel ocupara el territorio ancestral de donde había sido desalojados. Se creó el estado de Israel, pero ahí en ese lugar, ya se encontraba habitado por los palestinos por cientos de años atrás. Y, sobrevino el conflicto. Israel se fue extiendiendo y expandiendo comprando tierras, despojando las más de las veces a palestinos. Este despojo que tiene lugar desde 1948 a la fecha, terminó arrinconando a los palestinos en la franja de Gaza donde habitan millones de seres humanos en unos cuantos cientos de kilómetros cuadrados. Ahí viven prácticamente enjaulados, como si de una cárcel a cielo abierto se tratara. Hay amnesia en este tipo de judíos que hacen con los palestinos, justo lo que hicieron con ellos los nazis.

Se supone, siguiendo a otro judío como Franz Rosezweig, que la filosofía toda, que viene de Jonia a Jena, es decir, de Grecia a Alemania, es una filosofía idealista, esto es, que inventa una realidad y la acomoda a sus intereses. Esa condición de “inventar” la realidad para ver lo que uno quiere ver, no lo que está ahí, es lo que provoca masacres como la que ahora se perpetra contra los palestinos en Gaza.

Nace con Rosenzweig y su maestro Hermann Cohen, un pensamiento nuevo que pretendía salir de esa condición de inventar la realidad para presentarnosla tal como es, de tal modo que mirar cómo unos judíos se ceban sobre los palestinos de Gaza, es una barbarie donde se dice que hay una civilización, esto es, una realidad inventada.

Las palabras se han gastado, parece que ya dejaron de nombrar. Y cuando desparece el nombre, desaparece el suceso que es nombrado por eso conviene que a estas barbaries, a esta masacre que ahora sufren los palestinos, no se les nombre, o se les borre con la visión sólo desde Israel, y no la visión desde Gaza donde existe en este momento un procedimiento de destrucción masiva de todo lo que habite ese lugar.

¿Y dónde queda el humanismo que sembraron Aristóteles, Platón o Kant, por nombrar a grandes autores que dan soporte y pie a esta civilización? ¿Dónde quedan las hermosas palabras humanistas de los enciclopedistas franceses, de los humanistas ingleses?. En una filosofía Idealista, nos dice Rosenzweig, es decir, una filosofía que inventa el mundo pero que no habla del mundo real.

Nuevo pies requiere esta civilización o erigir alguna otra que nos aguarda su llegada, porque ésta, con todo y sus prendas de lucimiento, ha dado de sí, y muestra su real cara con la dimensión de la catástrofe que se manifiesta en las guerras.

Otra catástrofe se encuentra también en nuestra relación con una naturaleza a la que convertimos en negocio y la depredamos. Esto no es civilización, por donde se le vea, es ruina, es barbarie, es brutalidad, y también es inhumanidad.